miércoles, 1 de febrero de 2012

          En el mar me adentré sin saberme el camino, sin saber cuál era mi enemigo, el miedo me acogía, pero yo desistía, mi objetivo era claro y sin doble filo, cuando ya no podía más en mi último aliento, cuando ya no podía más lo encontré, mi corazón sufrió un enorme sobresalto, me retiré unos pasos atrás. Era él, el ángel caído de mis sueños, el que me había ayudado a sobrevivir  en este infierno, el cual se acercó a mí y me cogió la mano con tal delicadeza que no sentí el llamar de mi cordura, y así por fin y sin miedo alguno puede descansar junto a él.

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